Pionera de la ciencia climática, alertó ya en 1859 del impacto de la concentración del CO2 en la atmósfera
A pesar de ser la primera científica en advertir, ya en 1856, que la concentración de CO2 en la atmósfera podía provocar un aumento significativa de la temperatura de la Tierra, Eunice Newton Foote forma parte de esa larga lista de mujeres de la ciencia que quedaron olvidadas. De hecho, es al irlandés John Tyndall al que se le atribuye esta aportación, aunque él lo hizo en 1859, tres años después. Ahora, más de 200 años después de su nacimiento, un proyecto de investigación financiado por la Cátedra Feminismos 4.0 Depo-UVigo trata de poner en perspectiva las importantes aportaciones de esta pionera de la ciencia climática y dimensionar la importancia de sus avances. Tras esta iniciativa está la directora de la Escuela de Ingeniería de Minas e Energía, Elena Alonso, junto con los docentes de la Facultad de Ciencias de la Educación y del Deporte del campus de Pontevedra Azucena Arias, Francisco Serrallé y la ya jubilada Mari Lires y la experta Teresa Nuño, de la UPV.
El proyecto, titulado Una mirada feminista a la alborada de la ciencia climática: averiguación, interpretación, valoración y réplica de los experimentos y aportaciones de Eunice Newton Foote en 1856, fue el que obtuvo la puntuación más alta de la convocatoria de la cátedra. Su finalidad es determinar hasta qué punto fueron importantes las investigaciones de Eunice Newton Foote y cuáles fueron los motivos por los que se desconsideraron en su tiempo y en la actualidad. Además, se trata de revalorizar su figura y reivindicar sus aportaciones al ámbito científico y movimiento a favor de los derechos de las mujeres, mediante diversas acciones, como la revisión y traducción de algunas de sus publicaciones o la réplica de varios de sus experimentos.
Elena Alonso, directora de la EE de Ingeniería de Minas e investigadora principal del proyecto, recordó que, en el año 2019, cuando se cumplían dos siglos de su nacimiento, «tuvimos noticias de la existencia de Eunice Newton Foote a través de una conferencia de Jon Perlin, profesor de la Universidad de California». El ponente tenía por título La Ciencia no entiende de Género: en busca de Eunice Foote que hace 162 años descubrió la causa principal del calentamiento global y «nos preguntamos por qué razón, una aportación de tal importancia fue silenciada durante 162 años y atribuida a Tyndall». Fue precisamente esta pregunta, «sobre todo teniendo en cuenta la relevancia del descubrimiento de Eunice Foote en el momento actual, lo que motivó nuestra investigación». Alonso considera que el trabajo desarrollado «contribuye a visibilizar, con datos y evidencias, la aportación de Eunice Foote al conocimiento, tanto tiempo silenciada y oculta en el androcentrismo de la ciencia y las comunidades científicas».
En el olvido hasta 2011
Eunice Newton Foote nació en 1819 y fue científica climática, inventora y activista a favor de los derechos humanos. En 1856 ha propuesto, como conclusión de sus estudios y experimentos, que la concentración de CO2 en la atmósfera podía provocar un aumento significativo de la temperatura de la Tierra, un efecto invernadero que provocara el calentamiento global. A pesar de esta importante aportación y de ser la primera física destacada de Norteamérica, el mérito del descubrimiento fue para John Tyndall, al que se le atribuyó este avance en 1861. A pesar de que su figura comenzó a ser reivindicada por científicas feministas en 1976, 1984 y 1992, su trabajo fue casi invisible hasta 2011, cuando el investigador Raymond Sorenson publicó un artículo en el que rescataba su figura.
Además de sus aportaciones científicas, Newton Foote también formó parte del grupo de redactoras de la primera Convención de los Derechos de la Mujer de Seneca Falls (1848), organizada por Elisabeth Cady Stanton (1815-1902), en la que confluían el movimiento feminista y el antirracista abolicionista.
Revisión y traducción de las publicaciones y réplica de los experimentos
A fin de revalorizar su figura, en el marco de este proyecto se elaboró una biografía personal y científica, se han revisado y se tradujeron publicaciones del siglo XIX de Eunice Newton Foote, de su marido Elisha Foote y de los científicos Tyndall y Henry, sobre el calentamiento global y sus causas, así como otras publicaciones actuales de Raymond Sorenson (2011), Roland Jackson (2019), John Perlin (2019) y Joseph Ortiz e Roland Jackson (2020). Otra de las patas de este proyecto fue la réplica de los experimentos de Foote y de las gráficas de correlación, mediante software, entre la absorción de la radiación solar y la concentración de CO2 del aire.
Para ello se han empleado materiales semejantes a los usados originalmente, cuatro botellas de 2 litros de PET, en lugar de cilindros de vidrio. La experiencia se realizó exponiendo directamente las cuatro botellas al sol, durante el mismo período de tiempo con aire seco y sin CO; con aire seco; con aire seco y más CO2 al 50% y llena de CO2 al 100%. Los datos obtenidos muestran con claridad la correlación entre la concentración de CO2 de las botellas y la absorción de la radiación solar.
Finalmente, el equipo de trabajo también diseñó una intervención educativa con perspectiva feminista para proporcionar modelos de mujeres científicas y crear conciencia sobre la importancia del cambio climático para el futuro de la vida en el planeta Tierra.
Conclusiones del estudio
A través de la revisión y traducción de sus publicaciones y del estudio detallado de sus trabajos, el equipo de científicas de la UVigo dibujó un recorrido por la vida y la obra de la científica, haciendo hincapié en algunos aspectos poco conocidos. Por ejemplo, destacan que se formó en el Troy Female Seminary, una institución de elite fundada por Emma Hart Willard, que estableció el primer plan de estudios de ciencias para las mujeres, igual o mejor que cualquier otro exclusivo para hombres (Perlin, 2019).
En relación a sus avances sobre el efecto invernadero, recalcan que «la única explicación de que nadie reconociera que Newton fue la primera en hacer esta importantísima descubierta es la misoginia de sus contemporáneos». Su artículo sobre el calentamiento global fue el primero de autoría femenina presentado en una reunión de la American Association for the Advancement of Science, y sus artículos en el campo de la física fueron los únicos publicados por una mujer, en respetadas revistas científicas, hasta finales del siglo XIX. Fue además una inventora notable, pero la mayoría de patentes figura a nombre de su marido. Además, desde una perspectiva actual, las docentes de la UVigo consideran que la científica estadounidense ha sido «una precursora de la Agenda 2030, sobre todo en lo que respecta a los ODS 4, 5, 10, 13 y 16». Destacan también su participación en la redacción de la primera Convención de los Derechos de la Mujer de Seneca Falls (1848), junto a Elisabeth Candy Stanton.
Por todo ello, los resultados de esta investigación, resumen, «muestran las sinergias entre la perspectiva feminista, el ámbito científico, el tecnológico, el jurídico social y la educación científica». En el caso de querer transferir estos resultados al ámbito educativo, añaden, «las políticas ambientales y de igualdad pueden constituir aportaciones para ofrecer referentes a las alumnas de titulaciones STEM, así como para desarrollar proyectos de ámbito local, provincial e incluso europeo, relacionados con la sostenibilidad y la Agenda 2030”.
Fuente: DUVI